El Espíritu Santo: El Origen, el Poder y la Dirección en la Evangelización

La oración como canal de dependencia y comunión

Todo empieza con el Espíritu

El verdadero evangelismo no comienza con una estrategia, una agenda o un programa, sino con la acción del Espíritu Santo. Él es quien convence, transforma, guía, capacita y da fruto. Sin el Espíritu, no hay nueva vida. Sin el Espíritu, no hay poder real.

Jesús mismo dijo: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” (Juan 6:63)

Antes de enviarnos a predicar, Jesús nos prometió al Espíritu Santo:

“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”

Hechos 1:8

 

La oración no reemplaza al Espíritu; nos conecta con Él

La oración es el medio de rendición, vaciamiento y llenura del Espíritu. No es una herramienta para que las cosas salgan bien, sino una expresión de dependencia, comunión y humildad ante Aquel que obra en nosotros.

Como dice William Carey:

«La verdadera oración crea y transforma la vida de aquel que la practica. La oración secreta, ferviente y de fe es la raíz de toda santificación y comunión personal con Dios.»

La oración no es para manipular a Dios ni para reclamar bendiciones; es el espacio donde entregamos nuestra voluntad y descansamos en la soberanía divina. La oración de fe no es visualizar y proclamar lo que deseamos, sino confiar y someternos a lo que Dios quiere hacer.

 

La oración nos transforma a nosotros, no a Dios

Martín Lutero decía:

«Para un cristiano, orar es tan necesario como respirar.» San Agustín afirmaba: «Dios no escucha las palabras, sino el corazón.»

En la oración sincera, no intentamos impresionar a Dios, sino presentarnos tal como somos, con nuestras debilidades, faltas y necesidades.

«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.»

Hebreos 4:15–16

La oración es la antesala del poder espiritual

El libro de los Hechos muestra creyentes guiados por el Espíritu a través de la oración. Felipe fue guiado a evangelizar al eunuco (Hechos 8:29). Pedro, a ir a casa de Cornelio (Hechos 10:9–20). Pablo y Bernabé fueron apartados para la misión: “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.” (Hechos 13:2)

En todos los casos: oración + dirección del Espíritu = fruto real.

Hudson Taylor decía que el secreto de su obra fue: las promesas de Dios, la oración constante y la dependencia total. Esto mismo sostiene la iglesia hoy: la oración personal y congregacional.

La oración y sus tipos: variedad de expresión en la intimidad con Dios

La Biblia nos presenta diferentes tipos de oración:

  • Oración de acción de gracias: «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.» (Filipenses 4:6)
  • Oración de adoración: “Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: ‘Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado’.” (Hechos 13:2)
  • Oración de intercesión: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres.” (1 Timoteo 2:1)
  • Oración de fe: “La oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.” (Santiago 5:15)
  • Oración corporativa: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” (Hechos 2:42)
  • Oración de sumisión: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.” (Mateo 26:39)

Todas estas formas reflejan una actitud del corazón que reconoce la soberanía de Dios y busca su voluntad por encima de la nuestra.

El mayor obstáculo: el descuido de la oración

¿Por qué nos cuesta tanto orar? El cansancio, la rutina, el pecado no confesado y el menosprecio del poder de la oración son obstáculos comunes.

Como iglesia, podemos estar muy ocupados en actividades, pero si descuidamos la oración, caminamos en nuestras fuerzas. La oración es el motor de la visión, la dirección y el poder en el ministerio.

Como decía Oswald Chambers: “No te olvides de orar hoy porque Dios no olvidó despertarte esta mañana.”

Volver al Espíritu, volver a la oración

Muchos quieren evangelizar, pero comienzan sin buscar al Espíritu. Otros oran mucho, pero no se rinden a su dirección. Volver al Espíritu es volver al poder, a la guía, a la comunión con Dios.

La oración es el lugar donde el Espíritu nos llena, nos revela, nos transforma. No hay evangelización sin oración. No hay fruto sin dependencia del Espíritu. No hay victoria sin comunión con Dios.

“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”

Juan 15:5

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